El pueblo de Villapalacios, probablemente con motivo de alguna sequía, hizo voto de llevar en romería a San Cristóbal al cerro del mismo nombre y erigirle allí una ermita. Esta romería se repite todos los años en la fecha del sábado de Pentecostés, en el que se desplazan desde sus residencias muchos vecinos de Villapalacios, trayéndose a amigos y compañeros para disfrutar de un día de campo, hermandad y jolgorio junto a la ermita. Cerca del mediodía, el santo es sacado a hombros desde la ermita y se le baja a la explanada de la fuente donde se concentra la gente y más tarde, acompañado por cánticos y vivas al santo, se vuelve a colocar en su sitio para hacer la celebración de la santa Misa. Una vez terminada la misma, la comida y la bebida presiden la jornada mientras se escucha el voltear de la campana de la ermita. Es un día en el que se olvidan rencillas y toda la gente invita al que pasa por su lado, tanto al vecino del pueblo como al visitante. Se canta, se baila, se comparte mesa... Ya por la tarde alguna orquesta anima la fiesta